La hipérbole de las "ciudades inteligentes" se ha vuelto un poco espesa, incluso comparada con la típica exageración tecnológica. No es de extrañar que hayamos empezado a ver un reacción contra la idea. Se ha convertido en uno de esos mercados en los que es difícil separar la realidad del ruido.
He aquí algunas pautas importantes:
- Las ciudades inteligentes representan la mayor parte del entusiasmo y los beneficios de los gobiernos inteligentes
- Para tener éxito, la "inteligencia" requiere mucho más que tecnología: hace falta compromiso y una mejor gobernanza para coordinar tantos ámbitos inteligentes (sanidad, educación, transporte, energía, agua, residuos, etc.).
- La Internet de los objetos es fundamental para las ciudades inteligentes, pero aporta muy pocos beneficios a menos que se combine con otras tecnologías como los macrodatos y la computación en nube.
- Las ciudades de las economías emergentes tienen la oportunidad de adelantarse a las de los países desarrollados
- Casi todos los proyectos de ciudades inteligentes están en fase piloto, y es muy prematuro hablar de "mejores prácticas"