En una mesa redonda organizada esta tarde por el ICGFM en Washington, DC, Mark Drapeau lamentó lo difícil que es definir el Gobierno 2.0. O determinar qué pueden hacer los gobiernos para adoptarla con éxito.
No nos rendimos, así que quizá podamos aprovechar la sabiduría de la multitud.
Parafraseando a Wikipedia, Gobierno 2.0 es la integración de Web 2.0herramientas como wikis, redes sociales, blogs, RSS, Google Maps (y la lista continúa) para idear procesos más eficaces de prestación de servicios públicos a particulares y empresas.
Básicamente: Gobierno + Web 2.0 = Gobierno 2.0 = Prestación eficaz de servicios.
En nuestra opinión, hay mucho más, y hablaremos de ello más adelante. Pero es un buen punto de partida y, además, mejorar a través de la colaboración es el objetivo de la Web 2.0, ¿no?
En cualquier caso, no hace mucho tiempo (y sigue siendo cierto en cierta medida hoy en día) se pensaba que el gobierno era tosco e inaccesible, una masa de burócratas sin nombre ni rostro vestidos con franelas que te cobraban impuestos a cambio de señales de tráfico y una vaga sensación de seguridad. (Eso sí, los funcionarios tienen nombre y cara).
Fue necesario el auge de Internet para que esta concepción del gobierno empezara a cambiar. Las maravillas de la red trajeron consigo conversaciones sobre interacciones fundamentalmente diferentes entre el ciudadano y el Estado. A medida que detallado anteriormenteHubo mucho interés y teorización. Pero, por desgracia, las esperanzas de la administración electrónica no se hicieron realidad. Pocos gobiernos consiguieron superar sus fases elementales.
Aproximadamente una década después, el rumor en torno al Gobierno 2.0 -y hay mucho- se asemeja al entusiasmo que acompañó al espectro creciente de la administración electrónica. Pero, ¿es realmente el Gobierno 2.0 categóricamente diferente? Y lo que es más importante, ¿qué sugiere que, a diferencia de la administración electrónica, no estará destinada a un éxito limitado?
El enorme interés suscitado por el Gobierno 2.0 genera opiniones de todo tipo sobre estas cuestiones. Nos gustaría conocer sus opiniones, y le ofrecemos dos puntos de reflexión que pueden contribuir al debate.
En primer lugar -y por eso falla la definición de Wikipedia-, la Web 2.0 es fundamentalmente diferente porque es multidimensional, multiescalar y multidireccional. Se trata de una idea desarrollada a partir de los escritos de Neil Brenner sobre geografía política y globalización. Concebido en el contexto del Gobierno 2.0, está claro que sus beneficios no se encuentran únicamente en una "prestación de servicios a particulares y empresas" más eficaz. De hecho, la diferencia esencial entre los primeros días de Internet y su encarnación actual en la Web 2.0 es su multidireccionalidad. La Web 2.0 es social: se diferencia por ofrecer un medio que permite la interacción y colaboración bidireccional (o multidireccional).
¿Qué significa esto para el Gobierno 2.0? La definición de Wikipedia deja mucho que desear porque sólo implica una dimensión sobre la que opera el Gobierno 2.0: los servicios gubernamentales a ciudadanos o empresas. Las herramientas de la Web 2.0, por el contrario, pueden ser (y, en cierta medida, están siendo) aprovechadas por los gobiernos para una permutación más amplia de flujos.
Un marco desarrollado en un documento por el Dr. Mark Drapeau y el Dr. Linton Wells II capta perfectamente este potencial. Los gobiernos pueden utilizar el software social en cuatro dimensiones diferentes:
- Intercambio interno: compartir información dentro de las agencias
- Intercambio de información con otros organismos pertinentes
- Intercambio entrante: obtener aportaciones de los ciudadanos y otras personas ajenas a la Administración.
- Compartir con el exterior: comunicar y capacitar a personas ajenas a la Administración.
El documento presenta excelentes ejemplos de cómo estas "dimensiones" ya se utilizan en diversas instancias en todo el mundo, y es de lectura obligada.
Tenemos curiosidad por saber si secuenciar el Gobierno 2.0 -implantándolo de una dimensión a la vez- facilitará la "transformación cultural" que se requiere de los gobiernos para adoptarlo. Por ejemplo, si los organismos públicos pueden empezar por aumentar la colaboración en materia de información dentro de los organismos y con otros organismos, esto podría facilitar los esfuerzos futuros para canalizar esta colaboración hacia el exterior. Y no cabe duda de que tienen margen para intensificar sus esfuerzos en los cuatro frentes.
Puede parecer algo pedante insistir en las definiciones, pero definir lo que implica un proyecto (sí, el Gobierno 2.0 es un proyecto) es un primer paso esencial para crear una hoja de ruta acertada. Nos gustaría conocer su opinión sobre si la secuenciación del Gobierno 2.0 tal como se ha esbozado anteriormente es un modo viable de proceder, o si existe una "definición" alternativa que informe mejor sobre cómo superar los retos de la adopción del Gobierno 2.0.
En segundo lugar, al considerar qué es lo que hace que el Gobierno 2.0 tenga una vida útil más favorable que la Administración electrónica, nos encontramos con una paradoja sobre la que también nos gustaría conocer su opinión. Por un lado, como dijo Mark Drapeau en la mesa redonda de hoy, la cultura gubernamental (jerárquica, reservada y cerrada) y la cultura de la Web 2.0 (plana, transparente y accesible) son diametralmente opuestas. Sin embargo, al mismo tiempo, reconocemos una cierta "lógica cultural del trabajo en red" (tomando prestado de Jeffrey Juris brillante Libro en los movimientos antiglobalización) que no sólo transforma las expectativas de los ciudadanos respecto al gobierno, sino que también les capacita para exigir apertura y transparencia con mayor efecto. Se ha hablado mucho del uso que el Presidente Obama ha hecho de las redes sociales en su campaña electoral: Al utilizar herramientas que intrínsecamente propugnan una cultura antijerárquica, la campaña del Presidente Obama resultó muy atractiva para una generación criada con una dieta de colaboración, intercambio y apertura. En otras palabras, no fue sólo la eficacia del medio lo que atrajo a los activistas de base, sino que el propio medio se convirtió en el mensaje.
Sí, existen numerosos retos para el Gobierno 2.0. Pero somos optimistas. Está la idea normativa: Las herramientas de la Web 2.0 aplicadas a la Administración son un salto y un adelanto de la promesa de la Administración electrónica y deben avanzar.
Pero también hay un lado descriptivo. Las propias herramientas facilitan la adopción de la Web 2.0 por parte de la Administración, ya sea informando y haciendo avanzar el debate mediante canales accesibles de intercambio de conocimientos, incentivando la innovación o creando una cultura social que no acepte un no a la transparencia y la apertura como respuesta. Sabemos que estos retos no se superarán de la noche a la mañana, pero mientras tanto estaremos en la página de "Editar" de Wikipedia.